martes, 14 de marzo de 2017

DIGO

Digo que la poesía me salva
lo digo y no sé bien de qué.
Mientras, la invencible,
me mira y se acerca
con su hilacha de hielo
si cerrada noche
su final de camino.
Ella, la hija de hiena, la carroñera.
Entonces, me desespera una palabra
corro a las letras, me cubro la cara.
Muerdo el sentido de algo que ha sido perdido.
Ella se  retira unos pasos
su rígida sonrisa espera inalterable.
Me arde la urgencia de saberme tibia.
Entonces los versos
entonces el canto.
Se aleja un poco más
saca de su bolsillo un papel arrugado
señala un nombre
en su lista de triunfos también están los poetas.
Sólo es cuestión de tiempo
de un juego de días
al gato y al ratón.
Digo, que la poesía me salva



sábado, 13 de septiembre de 2014

Padre lejos

He salido a buscarme
en la memoria antigua de otros pasos de piedra
en las horas de un hombre que soñaba en mi sangre.

Tras la palabra padre
habitaba un silencio que llamaba
un lugar donde todo era espera
un saberme ajena a lo que me rodeaba.

El país que soñaban
la tierra bendecida con el fruto
los ojos de esperanza en las manos curtidas.

Sabré desde que barco llegaron mis nostalgias
mis imágenes viejas recordadas en sueños
el color de mi voz cuando pronuncio patria.

En un rincón de pueblo he visto su fantasma
Él salió a recibirme para que no me olvide
que llevo con mi vida
su nombre y  sus errores.

He vuelto con la parte que nombraba mi ausencia

y con tanto destino por seguir adelante.
New Times

Se caen las horas
Ella sabe que la piel comienza  a abrir sus grietas
Que esta noche el sueño traerá recuerdos
que el viejo que pasa por la tarde con su bici
ya descansará de espaldas.
Aprendió de las pérdidas
traicioneras y prontas vaciando la casa.
No le teme a la muerte
la vida le ha llevado más cosas luminosas
los niños que en el patio jugaban dando gritos
son silencios adultos, lejanos y ausentes.
Correr contra la tarde es un acto de guerra
Salir a abrir el día un gesto de coraje.
El tiempo nos azota como un viento con hielo.
Ella sabe que todo se irá sin que lo note
paulatino y tremendo
la vida se lo lleva.
La muerte pobrecita sólo tendrá las sobras
Se comerá el vacío que nos habita luego.



domingo, 8 de septiembre de 2013

Instántanea

 Rayos y truenos iluminan la ventana.
 El mundo es un pedacito de alfombra, un café para dos
el agua desmadeja las ramas de los sauces 
se filtra por las tejas.
 Alguien allá fuera llorará a la intemperie. 
Alguien pensará que nunca debió irse. 
Sin embargo adentro hay otras tempestades 
en ese pedacito de alfombra nos amamos 
nos comemos la noche como un fruto maduro 
parece que las bocas detuvieran el viento.
En un nudo de abrazos la tormenta termina 
el amor es apenas un barquito silente 
navegando en los ojos
besándonos las manos.

Memoria

Las piedras esconden chispas
siempre hay un fuego escondido en lo inerte 
como restos de pasiones 
como memoria de las llamas. 
Todo muerte esconde la vida que la habitó 
esperando un roce que dispare la chispa. 
El incendio acecha en el hielo de la noche.

Otros Eneros 

 La nostalgia tiene fotos que nunca han sido rebeladas
 rostros inversos en blanco y negro
 un espacio vacío de palabras un nombre al que se han borrado algunas letras.
 Ese empeño en molestar por las tardes 
como una piedra en el estómago que no digerimos porque ya no existe.
 Un fuego al costado del río iluminando una sonrisa que amábamos
 unos ojos que nos miraban con amor.
 Todo esto último en pretérito imperfecto.

jueves, 12 de julio de 2012










Cobardía

Hace frío en los brazos del pasado

como hurgar en un cadáver resquicios de su alma

un fuego que no quema ahogado por la noche

ese manojo de sangre que no volverá a la herida

no late, sólo recuerda su emoción de latido.

Abrazarse a la mentira de desear lo ya olvidado

como quien cava su tumba

refregándose ausencias en un orgasmo de llanto.

Es fría la utopía de quien ya no combate

de quién ató palabras en los huesos del tiempo

quién mutiló sus alas por temor al disparo.

Hace frío en el vientre que devoró los sueños

ese útero vació definitivamente

dónde nadie regresa a buscarse otra vida.

La medalla del miedo colgando de tu cuello

como cuelga tu lágrima, tus manos inactivas

tu retrato sin héroes y los brazos del pasado y ese frío

que no remedia ahora tu ausencia en la batalla