lunes, 12 de octubre de 2009
Designio de lo cierto
La única certeza que me habita
en el paso de las horas
es el pulso en mi muñeca.
El curso de la sangre que se escapa
por la piel de las heridas
el líquido salobre que cae de mis ojos
en la emoción de un vuelo emotivo y remoto.
Saberme entre los vivos
es un dolor añejo a la altura del pecho
un tendón que sostiene el peso de la noche
el sudor de una mano que acaricia la mía.
Sé tan poco de mí
que me rastreo
en la mirada amada
en la voz que me nombra desde el tiempo
o el silencio que baña las nostalgias.
Me habitan los temblores
súbitos o tenues de los besos
lunas llenas de sombras o dulzuras.
La única certeza de mis pasos
es la arena en mis pies
un puñado de letras que reordeno
para decir de mí lo que se agita.
Sólo sé de la muerte
la ausencia de los otros
los amados, los nuestros
cuya voz ya no escucho.
Sólo sé de la vida
el vientre que estalló en cada hijo
volviéndome milagro las entrañas.
La única certeza que me habita
es el nombre que digo cuando amo
entonces, sobre el miedo
el amor
se me vuelve designio de lo cierto.
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Magnifico poema, rico en metáforas y un decir tan suave y candente que cautiva.
ResponderEliminar¡Esto es poesía!
Enhorabuena y mis saludos fraternos.
Este poema tiene una fragilidad contundente!!... Me gusta mucho Cris!!
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