miércoles, 10 de marzo de 2010


El agua que mancha

Saltamos al agua
con la sed que aturde la noción del ahogo
dejamos que la piel recobrara el sentido
desesperadamente buscamos lo profundo.

En el desborde ciego no vimos nada impuro
el llamado del agua, su búsqueda infinita
como peces sedientos ahogamos nuestras ansias.

Sólo después supimos
que en la piel quedarían secuelas de la dicha
escamas, trazos, besos
esquirlas, cicatrices
manchas como poemas
como pájaros blancos
estigmas de miradas.

Sólo después supimos
que aun en la transparencia se oculta algún desgarro
una sed que no acaba
un deseo insaciable
una mancha indeleble
que fue tatuando el agua.

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